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  • Foto del escritorFauno

Mi primer beso

Con el primer beso de amor la bella durmiente despertó de su profundo sueño y el hechizo se rompió, a diferencia de ella, el día que a mí me besaron por primera vez (Porque hubo alguien que se atrevió) yo me di cuenta que estaba hechizado… Y al decir hechizado lo hago en el sentido más josealfredojimenezco posible: mi destino era rodar y rodar.



Cuando entré a primero de secundaria fue una cosa muy extraña porque a todos mis amigos con los que había ido durante prácticamente los seis años de primaria nos separaron en tres grupos. En mi grupo me tocó con gente muy extraña, por ejemplo una niña que era prima de un primo, nos conocíamos desde muy chicos, era de mi edad y siempre fue en el mismo grado (Y escuela) que yo, sólo que por azares del destino durante toda la primaria nos había tocado en salones separados… Azares que yo agradecía porque pues me caía bastante mal.


FULL DISCLAIMER: El papá de mi primo y mi papá son hermanos, ella era prima de mi primo por parte de su mamá (La esposa de mi tío), o sea que esta niña y yo no éramos nada. Lo aclaro porque el incesto es una cosa muy fea.


Durante prácticamente toda mi etapa escolar yo fui lo que coloquialmente se refiere como “un desmadre”: platicaba, jugaba, me dormía, aventaba cosas, robaba lunches y así, y así. Obviamente una persona con mis características conductuales debe sentarse hasta atrás porque es el mejor lugar para hacer estupideces durante la clase… Pero como siempre en la vida, hay gente que no puede verte feliz porque inmediatamente te manda sentar hasta adelante.


Y así fue: me mandaron hasta adelante y justo a un lado de esta niña. Yo ni le hablaba, ni la pelaba, me comportaba súper mamón porque tenía como el vago recuerdo de que ella era así también, pero como a veces llego a ser un tipo encantador, pues fue ella la que me empezó a hablar a mí.


Ya después descubrí que en realidad no era tan mamona como yo me acordaba, de hecho era chida. Fue de las primeras veces que la vida me dio un putazo en el hocico.


Empezamos a hablar, me empezó a caer muy bien, yo creo que yo también a ella y pues nos volvimos cuatecitos. Nos empezamos a juntar más o menos con la misma gente, entonces pues salíamos seguido a cotorrear todos en bola. Al final nos volvimos muy buenos amigos. Hubo una época en la que yo iba todas las tardes a su casa nomás a cotorrear a pesar de las miradas desaprobatorias de su madre que parecía poder ver mi concupiscencia con su visión de rayos-x. Ella nunca iba a mi casa porque la dejaban salir muy poco, sus papás eran medio especiales. Fue en esa época que entendí por qué desde chiquitos tenía yo la idea de que era medio mamona.


Ya que éramos bien buenos cuates, nos empezamos a llevar más pesadito: un día le dije un albur bien pelado pensando que no me iba a entender y me puso una cachetada de esas que yo nomás había visto con Bugs Bunny, me volteó la cara. Me dolió tanto que le dejé de hablar varios días, aunque la verdad es que me dolió más porque me la puso enfrente de todos en el salón y todos gritaron “UUUUUUHHHHH!!!!!!”. Me dolió el putazo, pero me dolió más el escarnio público. A la vuelta de los años comprendí que me lo merecía. A la fecha es la única vez que una mujer me ha cacheteado, a pesar de que sé de primera mano que ha habido varias que se han quedado con las ganas.


Siempre hacíamos apuestas bien pendejas nomás para chingarnos, porque ya saben: la imbecilidad atenuada de la que soy víctima la padezco desde muy chico (Y es contagiosa). Un día perdió una apuesta conmigo (No me acuerdo ni de qué) y se fue caminando descalza desde las afueras de la ciudad hasta su casa en el centro. Llegó con los pies súper negros y yo estaba divertidísimo porque toda la gente se le quedaba viendo raro.


Un día en el laboratorio de química estábamos haciendo un experimento de sublimación: calentábamos un polvo, tapábamos el recipiente con una especie de concha con agua fría y el polvo aparecía en el fondo de la concha convertido en cristales rositas. O sea, pasaba del sólido al gaseoso y luego de nuevo al sólido sin pasar por el líquido (Porque eso es lo que significa “sublimación”).


-A que no te atreves a chupar los cristales

-¿Cuánto?

-Lo que quieras…


Después de asegurarme que los cristales no eran alguna sustancia súper venenosa, le dije:


-Si chupo los cristales me das un beso...

-Va...

-Pero un beso chingón, de telenovela, no vayas a salir con tus mamadas de piquito.

-Jajaja, va...


Cuando tenía la concha en la mano (Estrictamente si albur), escuché que una de sus amigas le murmuró:


-No mames, no lo va hacer...


Acto seguido le puse una lamida a los cristales como de perro tomando agua en cámara lenta. Nunca en la vida, y repito: NUNCA he sentido un sabor tan culero…


La volteé a ver, le levanté las cejas y le sonreí... Ella gritó:


-¡SI CREES QUE TE VOY A BESAR AQUÍ ENFRENTE DE TODOS, ESTÁS PENDEJO!


Yo creo que hasta ese día, ese había sido el error más grande de su vida porque todos voltearon y gritaron “UUUUUUUUHHHH!!!!". Hasta la maestra del laboratorio dijo: "Que intensa”.


Pues no me dio ni madres… Pero yo llegaba diario y lo primero que hacía era decirle:


-Tú me debes algo...


Invariablemente me contestaba con un "cállate, cabrón".


Y pues la estuve chingando diario por semanas y como nos veíamos muy seguido, le decía, hasta que yo creo que la harté. Cuando eran los exámenes semestrales en mi escuela, ibas, hacías examen y te podías largar. La tradición era irnos caminando. Yo caminaba hasta la primaria y ahí esperaba a que mi mamá recogiera a mi hermana y ya me iba con ellas. Mi amiga siempre se quedaba en su casa. El día que la harté iba a pasar mi mamá por mí, y esta niña que realmente era más cabrona que bonita me dijo:


-Ya me tienes hasta la madre, te voy a dar tu pinche beso pero sólo si te vas caminando conmigo.

-Mañana me voy contigo, es que hoy viene mi mamá por mí.

-Pues entonces ya... Tampoco te voy a estar rogando.


Corrí a buscar mi ladatel para marcarle a mi madre desde el teléfono público de la escuela rogándole al señor que no se hubiera salido ya de la casa (En ese tiempo nadie traía celular). La encontré, la hice regresarse de la puerta a contestar. Obviamente me la hizo de súper pedo, pero al final me dio permiso con una condición: “CAMINA ENTONCES HASTA LA CASA, YO NO TE VOY A TRAER”. El señor parecía estar de mi lado.


Obvio no le dije nada a mi amiga, pero a la hora de la salida pasé por su lugar y cargué su mochila:


-Vámonos.

-¿Es neta? (Con ojos de incrédula y carita de asco).


Caminamos hasta un parque cerca de su casa y le dije:


-No manches, vamos a llegar a tu casa y no me vas a dar nada...

-Que sí te lo voy a dar, chingá, tú camina.

-¿Pero a qué hora?

-Pues ahorita que no haya gente...

-No mames, aquí siempre hay gente, estamos a una cuadra del centro...

-Pues busca un lugar, todo quieres.


Corrí al baño del parque y pues no había gente...


-En el baño no hay nadie.

-Estás loco. Ni me yo me voy a meter al baño de hombres, ni voy a dejar que te metas conmigo al de mujeres.


Pasando el parque hay unos puentes que pasan por encima de un río. Ese día no había río (El señor de mi lado)…


-Abajo del puente no hay gente.

-¿Y me vas a cargar para bajar o cómo?

-No...

-Pues entonces otro día será...


Y pues la cargué… Ya abajo del puente, sin gente ni nada, me dijo:


-O sea, ¿neta crees que te voy a besar?

-O sea, ¿neta crees que caminé hasta acá por tu carita bonita?

-Es que cómo...

-¿Cómo qué?

-¿Cómo te voy a besar?

-Pues así...

-No, no puedo, Chava...

-Pa' que apuestas...

-Te lo cambio por otra cosa...

-Nel, además tú dijiste, y me voy a tener que ir caminando a mi casa por tu culpa...

-Yo te llevo.

-Nel.


Y así como por media hora, tal vez más...


-Bueno, ya... Pero no puedes decirle a nadie.


(Chin)


-2 segundos.

-Estás loca, llevo semanas chingándote para dos segundos.

-¿Entonces cuánto?

-10 minutos.

-No mames, ya me tengo que ir...

-Pues apúrate... Dime cuánto.

-Bueno, dos minutos, pero quiero ver que pongas tu reloj...

-Va.


Puse el reloj, me acerqué y se empezó a reír...


-Nunca vuelvo a apostar nada contigo.

-Primero paga...


Y fue el beso más culero que he/me han dado en la vida… Obvio en ese momento no lo sabía.


Yo había visto una película en donde unos se besan y el wey le agarraba las nalgas a la chava, así que la quise aplicar, pero me volteó a ver y me dijo:


-Quieres otro putazo, ¿verdad?

-Ok, ya...


Y quité las manos.


Sonó el reloj, lo apagué en chinga como haciéndome pendejo y pues como que funcionó. Ya después de un rato nos fuimos a su casa, la cargué de subida del puente y nos despedimos normal.


-Sí me di cuenta que apagaste tu reloj, pendejo.

-...


Seguimos siendo muy buenos amigos hasta que a mitad del año siguiente la cambiaron de escuela por burra y le prohibieron juntarse con gente de mi escuela. En todo el tiempo que fuimos cuates sólo nos besamos una vez más y luego otra ya de grandes, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...




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