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Foto del escritorFauno

Ad-hominem



A todos nos encanta pelear, incluso a quienes dicen que no les gusta, les gusta secretamente. Lo que pasa es que no a todos nos gusta perder, eso sí, por eso muchas veces en el querer evitar una pelea se esconde el querer más bien evitar una derrota, especialmente en estos tiempos tan posmodernos en los que las peleas y las derrotas ya son casi de dominio público por default.


Muchas de las peleas actuales ya ni siquiera son a golpes, ya saben, esos intentos del ser humano por querer parecer civilizado, pero que a nadie engañan. Ahora el ring se ha trasladado a la arena virtual y su sede son las redes sociales, por eso también digo que ahora las peleas (Y en especial las derrotas) ya son casi de dominio público.


Las ganas de pelear en el ser humano se parecen mucho a las ganas de coger: es por instinto… Y la mayoría son malísimos en ambas. Claro, hay gente que se dedica profesionalmente a cualquiera de las dos y pues se vuelven un poco mejor que el promedio en esas que, potencialmente, son las actividades sociales favoritas de nuestra especie.


Como lo mencioné arriba, en un intento por parecer civilizado, el ser humano ha transmutado las peleas a golpes por la competencia sana y aunque sigue habiendo perdedores y estos se siguen llevando el escarnio público a casa, por lo menos la mayoría de las veces su integridad física se ve intacta, aunque probablemente no se pueda decir lo mismo de su corazón.


Otra manera de competencia que se inventó en el mismo intento de des-animalización en el hombre y para poder incluir a la gente menos afortunada atléticamente, fue el debate y aunque muchos me vengan a decir que no, que el debate no es una competencia sino una manera de hacer que dos puntos de vista choquen para llegar a la verdad, vayan con ese cuento a pedirle la paz mundial a los reyes magos, pero no la manden en globo porque luego ese plástico se le queda atorado en la nariz a los periquitos australianos y pobres.


El debate es en sí, o debería de ser, justo como lo dije arriba: una forma para que una tesis choque con una antítesis y así poder llegar a una síntesis y de esta manera acercarnos a la verdad, pero siendo sinceros hoy los debates son más a ver quién la tiene más grande y justo quién queda humillado y se va a casa con el escarnio público.


Ahora bien, existen muchas estrategias para debatir, así como existen muchas estrategias para pelear y también muchas posiciones para coger, es normal que a usted, estimado lector, no le salga ni una, pero es por pura falta de práctica (Y yo de las tres doy clases, no cobro caro). Una estrategia que es muy popular en los debates es el uso de falacias lógicas, ¿pero qué es una falacia lógica? La Wikipedia lo define muy bien (Dios la bendiga):


En lógica, una falacia (del latín fallacia ‘engaño’) es un argumento que parece válido, pero no lo es.

Así de sencillo. Y además en ese mismo párrafo la señora Wikipedia te da unos tips bien útiles de vida:


Algunas falacias se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención debido a descuidos o ignorancia. En ocasiones las falacias pueden ser muy sutiles y persuasivas, por lo que se debe poner mucha atención para detectarlas.

El objetivo de las falacias es engañar.



Hay un montón de falacias y es bien divertido aprenderlas porque en el momento que las identificas te puedes dar cuenta de quién de verdad es bueno para debatir y quién nada más se la pasa usando este tipo de artimañas para desacreditar o tratar de caricaturizar al oponente, siguiendo la analogía sexual, aprenderlas te sirve para darte cuenta de quién de verdad sabe coger y quien en realidad tiene el pito chico y sólo se va preocupar por su autosatisfacción en el acto.


Una de las falacias más usadas y de las favoritas de la gente a la que no le gusta pensar es la falacia “ad-hominem” que literalmente significa “contra el hombre” y es muy fácil de identificar: alguien tira un argumento o alguna idea y la contraparte en vez de atacar el argumento o la idea, se va directamente a atacar al emisor (Yo acabo de tirar una en este párrafo, ¡pónganse trucha!). La mayoría de las veces el ataque al emisor se hace con la intención de desacreditar a la idea, pero en función del mensajero, van unos ejemplillos:


  • Usted dice que mentir está mal, pero usted también miente.

  • Viene a decirnos que robar está mal, ¿pero que no usted estuvo en la cárcel justo acusado de robo?

  • ¿Cómo puede venir un sacerdote a hablarnos de sexualidad si él jamás ha tenido sexo?


Repase los tres ejemplos, si usted cree que alguno pudiera ser algo que usted usaría para tomar ventaja en una discusión, lamento decirle que no está pensando bien, o está pensando muy poco. En los tres ejemplos anteriores se ataca al mensajero en vez de al mensaje y eso pues está muy mal porque entonces el debate se convierte en un pleito de jardín de niños en donde justo va ganar el que la tenga más grande, no el que tenga los mejores argumentos.




El ad-hominem se da en muchos contextos, por ejemplo un día un amigo doctor publicó algo así como que -Si tanto les molesta que los niños con cáncer no tengan medicamento, pues vayan y cómprenselos ustedes. Típica gente que todo quiere que le den- Es una frase interesante porque ya contiene un ad-hominem en sí “Típica gente que todo quiere que le den”, pero se puso más interesante cuando yo le respondí simple y llanamente -No seas tan pendejo- a lo que inmediatamente me reviró: -Tú nunca has tenido la necesidad de utilizar los servicios públicos de salud mayfrend [sic], así que no puedes opinar al respecto- y bueno debo confesar que jamás la vida me había dado una lección tan contundente sobre ese famoso enunciado que reza “lo doctor no quita lo pendejo”.


Es interesante cómo primero desacredita la intención de la gente a la que le molesta “que los niños con cáncer no tengan medicamento” diciéndoles que son “la típica gente que todo quiere que le den” y después en su respuesta hacia mí, descalifica mi futura opinión (Digo futura porque ni la dije) diciendo que no puedo opinar porque “jamás he tenido la necesidad de usar el servicio de salud pública” ¿Cómo sabe que jamás he utilizado los servicios de salud pública? No lo sabe, de hecho es un enunciado equivocado, pero lo que le interesa no es llegar a la verdad sino sólo deflectar las opiniones respecto a la estupidez que publicó, con esa gente, mis estimados tres o cuatro lectores, no vale la pena ni siquiera intentar debatir por la simple y sencilla razón de que no saben hacerlo, es como intentar maquillar a un marrano.


Así que, amigos, si ustedes gustan de utilizar este recurso en un debate, discusión o plática, desistan y pónganse a pensar un poco, en una de esas igual y les gusta y podemos aprender algo de ustedes.


Y si ustedes de pronto identifican que alguien se las quiere aplicar, este tipo de falacia es una muy fácil de combatir y la manera más simple de hacerlo es justo poniendo de manifiesto que están atacando a tu persona y no a la idea en sí, la mayoría de veces se cagan, y la mayoría de veces también empiezan a insistir con los ataques hacia tu persona, si este es el caso puedes seguir poniéndolo de manifiesto las veces que sean necesarias (Sin engancharte con lo que te dicen de manera personal, ese es el truco) o puedes usar un contra-ejemplo, es decir, toma algo que tú o quien estés citando haya dicho y que sea muy difícil de rebatir para así volver a situarte (O situar al mensajero) en un plano superior, es algo así como un ad-hominem invertido, aunque yo soy de la idea 100% en que hay que insistir en argumentos contra el mensaje y no el emisor.


Insisto en que el mundo de las falacias es súper interesante, quizá estaré analizando por aquí las más populares (Quizás no) y puede que en una de esas descubran que sus celebridades de debate favoritas en YouTube no son mas que unos farsantes que engañan al público.


Así que ya lo saben, amigos, la próxima vez que le quieran explicar a una señora con pelo morado en las axilas que darle el lugar en el camión no es indicativo de que creen que es una debilucha y les diga que la dejen de “manspleinear” (O como putas se escriba) háganle caso y no pierdan el tiempo, o pídanle que ataque al argumento, o no, recuerden también que la civilización no se hizo para todos.


Bueno, ahora ya han adquirido una nueva habilidad para impresionar a sus amigos, úsenla bien. Si les resultó útil pueden invitarme un café…







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