La temporada electoral es esa época en la que descubres los verdaderos colores de la gente a la que conoces, ya que es el tiempo en la que las filias y fobias se exaltan en el grueso de la población apoyando a un determinado candidato de un determinado partido que les hace determinadas promesas muchas veces imposibles de cumplir como la igualdad de género, el final de la corrupción o la pavimentación del 100% de las calles de la ciudad. Estoy seguro que si algún candidato prometiera acabar con las lluvias en junio y moverlas para octubre, no faltaría el imbécil que le creyera y le regalara su voto sólo porque le caga que llueva en el sexto mes.
Las redes sociales han sido un factor que ha jugado muy fuerte durante las últimas contiendas y cada vez se vuelve más pieza clave dentro de la carrera electoral que para algunas personas, a las que no los abrazaron suficiente de chiquitos, pues dura todo el año. Es claro que este tipo de entes son una minoría y que la gente prefiere hacer cosas más importantes como, no sé, vivir la vida sin preocupaciones y tratar de salir adelante a pesar de los parásitos en puestos públicos.
Dentro de la contienda electoral, la gente de diversos partidos tratará siempre de capturar el voto flotante del grueso de la población (Ese que prefiere vivir al margen del circo electoral durante el resto del año) y existen varias formas de hacerlo: una es mediante las propuestas, aunque ese método ya está más gastado que la frase “buenos días”; el siguiente y que se ha popularizado en los últimos años es el de la denostación del rival, es decir, en vez de exaltar las virtudes de su candidato, se ha puesto de moda el resaltar los defectos del rival para así demostrar que el candidato que se defiende ocupa el puesto del “menos malo” (Algo así como lo que hizo el abogado del Chapo al momento de la detención de su cliente cuando dijo que “Ni a Hitler lo hubieran tratado así”); y ya por último, pero no menos importante, tenemos la guerra de encuestas y aquí es donde voy a ahondar más porque es un tema que se ha estado poniendo de moda y que mucha gente sigue sin darse cuenta de la importancia de éstas durante la guerra electoral.
Antes de continuar aclararé que no me voy a referir a los métodos que se utilizan para recopilar datos, ni tampoco tocaré el tema de cuán buen negocio puede ser el hecho de pagar una encuesta y alterar sus resultados. Lo que pretendo hacer aquí es explicar por qué la posición en las encuestas es importante, es decir, por qué las encuestas pueden alterar el resultado de algo:
Hay una cosa en esta vida que se llama “Efecto Bandwagon”, y no, no es la banda de covers en la que yo tocaba hace algunos años. El efecto bandwagon o efecto arrastre según Wikipedia se define de la siguiente manera:
“La observación de que a menudo las personas hacen y creen ciertas cosas fundándose en el hecho de que muchas otras personas hacen y creen esas mismas cosas”
O sea que la probabilidad de que las personas adopten cierta actitud, postura o realicen una actividad es directamente proporcional al número de personas que ya lo hayan hecho antes. Es el efecto de la moda, puede ir desde ponerte un pantalón floreado, grabarte tragando detergente, satanizar a una figura pública o, sí, adivinaron, votar por algún personaje específico en la siguiente jornada electoral.
Este comportamiento es completamente natural en los seres humanos (Yo por eso prefiero ser un pez): nos sentimos cómodos siendo parte de una mayoría. Por eso en la época electoral a la gente no le da miedo el escarnio social tras publicar en sus redes sociales una postura, por más idiota que ésta pueda ser o aunque el sujeto en cuestión sepa de política lo mismo que yo de la biosfera venusiana: en esta temporada “todo el mundo lo hace”.
Pero no nos desviemos: efecto bandwagon.
Todos hemos sido víctimas de esto, la mayoría de veces hasta sin darnos cuenta y eso porque, de nuevo, es un comportamiento completamente natural en lo seres humanos. Piensen en este ejemplo:
Un día vas caminando por la calle de regreso a tu casa y te encuentras dos taquerías abiertas: una está llena a reventar y la otra completamente vacía, tú te sigues de largo y regresas al hogar. Días después se te antojan unos tacos y te descubres caminando por la misma calle de la vez pasada, volteas a ver las taquerías y ahora las dos están vacías ¿a cuál entras? ¿Y por qué? Respóndase con sinceridad...
La gran, gran mayoría contestará que entraría a la que tenía mucha gente la vez pasada, pues tenemos la idea errónea de que “si había más gente, es porque es mejor”, aunque esto último no lo sabemos. Asumimos que es mejor sólo porque vimos más gente, pero ignoramos la verdadera razón. Puede ser que haya estado más llena porque la otra terminó más temprano, o tal vez se le terminó el gas, o quizá ese día era el cumpleaños del taquero y lo estaban festejando, pero no lo sabemos en realidad, sólo decidimos entrar porque la última vez era en donde había más gente. Bienvenido a bordo del bandwagon.
Bueno, pues lo mismito pasa con las encuestas.
Hay muchísima gente que vota “por el que va en primer lugar” por la simple y sencilla razón de que va en primer lugar. “Tantas personas no pueden estar equivocadas”, es lo que dicen en defensa de su postura, a pesar de que la frase antes citada sea una falacia del tamaño del pene de Rasputín. Así que piénselo dos veces la próxima vez que diga que “las encuestas no votan”.
Así que si usted es de los que se sube al carro en el que va la mayoría de la gente, reflexione, pues podría estar cometiendo un error. Recuerde, mi estimado lector, que la masa generalmente es lenta, acrítica y torpe, así que si la razón por la que usted va votar por el puntero es simple y llanamente porque es el puntero, además de que probablemente debería mejor de quedarse en su casa a ver el fut, recuerde que está siendo utilizado y el bandwagon ha hecho su trabajo.
Lo mismo aplica para los que votan por los que de repente suben mágicamente en las encuestas.
En fin, vote por quien usted quiera y por las razones que a usted le parezcan convenientes, sólo por favor que una de esas razones no sea por el hecho de que otra gente lo va a hacer también. Tenga huevos.
Y recuerde lo que le decía su madre: si todos brincaran a un pozo, ¿tú también lo harías?
Disfrute de este video de una banda llamada Bandwagon que en ese entonces todavía gozaba de la alineación original:
Facebook.com/FaunoBastard
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