En la epopeya de Gilgamesh, que justo es la obra épica más antigua jamás escrita (O al menos conocida), nuestro héroe, caído en depresión y amargura tras perder a su mejor amigo y justo al contrario de lo que uno se espera de la gente que sufre depresión actualmente, decide ir a buscar a un señor llamado Utnapishtim quien es el único superviviente del diluvio universal y que tenía la estrellita de, nada menos, ser inmortal. O sea que Gilgamesh se deprimió y en vez de ganas de matarse le dieron ganas de vivir para siempre, no sé si simplemente catalogar este evento con la etiqueta de “eran otros tiempos” o quizá Gilga (Para los cuates) es el hipster más radical de la historia.
Maui (El de Moana), según la mitología polinesia, después de darle a la humanidad cosas como el fuego, los cocos, los perros y haber aventado el cielo hacia arriba, muere en el intento de quererle dar a la humanidad un último regalo: la inmortalidad.
El punto es que ya desde tiempos mitológicos y ancestrales se tenía muy claro algo: nacemos para morir… Igual que todo en el universo.
Freddie Mercury escribió “Who wants to live forever?” durante la inminente curva descendente de su existencia y a manera de aceptación y en cierta forma como un consuelo por el destino que tenía enfrente.
Una de las cosas que a los humanos nos separa del resto del reino animal, no es el habla, ni creer que pensamos, sino la conciencia de la muerte. No es lo mismo el miedo que un animal tiene ANTE la posibilidad de morir (El famoso instinto de supervivencia) que el hecho de tener en la cabeza la idea de tu propia falta de existencia, o el miedo a la muerte pues, que también podría ser el miedo a lo desconocido, pero eso ya es meternos a terrenos filosóficos que no deberíamos. Existen personas a las que esto les crea un conflicto existencial muy denso, cosa que no le pasa, por ejemplo, al urogallo, por decir. Punto para el urogallo… Que también puede volar sin la necesidad de utilizar máquinas, así que un ave, nomás por existir ya nos tiene dos a cero y contra las cuerdas.
Ahora, en defensa del ser humano hay que decir que justo el hecho de estar conscientes de que nos vamos a morir nos ha llevado a inventar una serie de proezas con las que ninguna otra criatura del reino animal puede soñar, como el jabón, por ejemplo. Y claro, las vacunas, los antibióticos y el refrigerador también han ayudado en algo.
La verdad es que la audacia del ser humano es digna de leyenda. Si por ejemplo a mí me encargaran una tarea que ni Maui, ni Gilgamesh, ni Freddie Mercury pudieron hacer, me derrumbaría antes de siquiera saber de qué se trata.
Pero esa audacia de la humanidad ha dado frutos. Desde los 1800’s la esperanza de vida ha aumentado a más del doble: de los 29 años (Que era más o menos lo que un ciudadano romano vivía) hasta casi los 80 al día hoy nomás por ser un humano (Por ser un humano que no es estúpido y se pone sus vacunas, hay que aclarar)… Aunque la maldición mitológica de que la vida eterna no es para nosotros parece perseguirnos como la canción del ramito de violetas la primera vez que la escuchas, pues la rarísima gente que lograba llegar a los 70 años en 1850 podía esperar vivir fácilmente hasta los 79; hoy en día alguien que llega a los 70 puede esperar vivir fácilmente hasta los 86, o sea que tuvieron que pasar casi 180 años de avances tecnológicos, médicos y científicos para aumentar a penas 7 años la esperanza de vida de los más viejos… Utnapishtim ha de estar cagándose de la risa en su isla, maldito.
Si algunos humanos pueden vivir 120 años, ¿por qué la mayoría sólo alcanza dos tercios de esa “ventana de probabilidad”? ¿Por qué la vejez nos mata? Pero más importante: ¿se puede tratar?
Algunos podrían alegar que para muchos el estilo de vida es lo que deriva en enfermedades espeluznantes e intratables, se me ocurre el cáncer, la diabetes, alguna enfermedad auto-inmune, pero la realidad es que la causa principal de la muerte en los seres humanos es el envejecimiento, de hecho se estima que si de repente se lograran curar TODOS los tipos de cáncer, la esperanza de vida crecería sólo cuatro años (Utnapishtim ríe otra vez).
No hay un punto de comparación coherente: el colesterol triplica tu riesgo de morir, pero envejecer aumenta ese mismo riesgo 5 mil veces… En este momento tendría sentido que un urogallo pasara volando y me cagara encima, sabiendo que él jamás sufrirá de colesterol alto. 3-0.
Ideas para engañar a la muerte ha habido muchas: la cámara de criogenización en los 60’s, ahora hay ensayos para poder “subir” la totalidad de la conciencia humana a una máquina y seguir viviendo desde ahí… Pero estas soluciones y las cremas anti-edad son exactamente lo mismo: atacar a los síntomas y no al verdadero problema que es justo el envejecimiento.
Hasta hace unos años, se había aceptado como una verdad científica que el envejecer es parte de la vida, o sea, la ciencia rindiéndose (Eso no se ve todos los días), pero es que los seres humanos somos necios, necios hasta con lo que ya nos dijeron que no se pueden cambiar… Se descubrió por ejemplo que la gente alrededor del mundo y en todos los momentos históricos que han superado los 100 años de edad tenían una mutación en los genes, eso explica porque en ciertas regiones hay más longevidad: todos comparten el gen familiar de la vida larga. Esto es un descubrimiento significativo porque entonces la fuente de la eterna juventud no está escondida en ninguna cueva del caribe ni custodiada por piratas, sino que se encuentra en nosotros mismos (¿Qué pedo, pinche Utnapishtim?). Si se logra descubrir con exactitud cuáles son los secretos en la mutación de estas células específicas en estos individuos, entonces podrían desarrollarse drogas para imitar los efectos y que todos nos pudiéramos beneficiar al respecto, aunque no es una tarea fácil, de hecho hoy en día ya se sabe de ciertas células que mutan y se niegan a morir, cáncer le dicen… Y no sé por qué, pero presiento que el urogallo jamás ha tenido este dilema existencial. 4-0.
Se ha logrado mutar un gen en el gusano C. elegans aumentando al doble su esperanza de vida, lo mismito pasó con la mosca de la fruta y en ratones se aumento hasta un 50%. Lo increíble es que además de vivir más, la resistencia de estos organismos se volvió mayor ante enfermedades relacionadas con la edad… Así que hemos pasado ya en nuestros días de “esperanza” a “promesa”.
¿Se imaginan un mundo en donde, ya no digamos para siempre, pero que todos lográramos vivir hasta los 120 años? Yo sí me lo imagino, pero francamente me parece abominable, no es que sea yo un amargado, o sí, pero el punto es que un avance científico de este tamaño podría significar un tremendo problema social: pensiones, hospitales, empleo… Además vivir 120 años sin problemas de salud sería una cosa fabulosa, pero desgraciadamente creo que no todos alcanzarían esa meta sin estar MADREADÍSIMOS, véase en el espejo y pregúntese cómo llegaría a los 120 siguiendo su ritmo actual… Quizá varios no lleguen a Navidad.
Además, y este ya es el poeta que vive en mí, creo que el hecho de que los humanos tengamos fecha de caducidad es lo que le imprime a esta vida cierta belleza… Alguna vez escuché decir a un filósofo que llegará un día en el que un ser humano tendrá 200 años y no podrá correr un maratón y eso será considerado una tragedia, francamente no creo vivir para ver eso y lo agradezco.
En una versión de Gilgamesh, Utnapishtim le dice que para ser inmortal tiene que quedarse cinco días sin dormir: consigue estar despierto dos días y al tercero, bye. En otra versión, Utna (Para los cuates) lo manda a conseguir una planta mágica al fondo del mar, le cuesta mucho trabajo, pero la logra obtener, sale tan puteado que se queda dormido y le roban la planta mientras duerme… Y es una buena enseñanza en ambas versiones: así como los humanos no pueden evitar el sueño, tampoco pueden evitar la muerte y quizá, sólo quizá, deberíamos aceptarlo… O no, hagan lo que quieran (Me convidan de la planta esa si la encuentran).
Gilgamesh realmente buscaba la inmortalidad justo porque había visto morir a su amigo Enkidu de una manera tristísima y sin honor, pero después de fracasar en su búsqueda tuvo que aprender a hacer lo que podía con el tiempo que tenía.
Maui muere intentando regalarle la inmortalidad a la humanidad, ahí hay una enseñanza también, lo que no conté es que para lograrlo entra sin permiso en una vagina y ahí es donde muere, sin duda hay otra enseñanza ahí también.
Personalmente a mí sí me gustaría vivir para siempre, pero sólo yo, ustedes sí muéranse.
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