Hace más o menos como un mes, tal vez menos (Ya saben que mi memoria anda carente de omega 3 últimamente), Damián me extendió una invitación para ir a entrenar con los chicos del CAR La Loma en Querétaro, invitación que acepté con gusto y algo de temor porque traigo la condición física de un caracol de jardín.
Después de llegar, dar el tour y ponernos al corriente con las novedades de intereses en común, surgió de pronto el tema: Damián me mostró una foto en su celular, pero no, no era una mujer con senos prominentes y poca ropa, era una carta que acreditaba oficialmente su retiro de las filas mexicanas y su reclutamiento a las filas estadounidenses como parte del equipo de aquel país que, por lo menos a mí, me encanta.
Igual que a todos, la noticia me cayó de sorpresa (Pero un mes antes, porque pues soy el Fauno).
Obviamente no supe cómo reaccionar en el momento. Mi Juan Escutia interior me gritaba que debía de apretar el celular hasta romperlo con mis manos, escupirle en la cara a Damián, patearlo hasta que se dejara de mover y después colgarlo boca abajo en las puertas del Comité Olímpico para que sirviera de ejemplo a todos… Lo bueno es que yo tengo bastante bien controlado a ese personaje y casi siempre gana la voz del raciocinio (También pues ayuda bastante que seamos amigos), por ello sólo le contesté: “Ah, no mames…”.
Después de mi respuesta que sólo se puede comparar con alguna frase célebre de Roosevelt, comenzamos a hablar al respecto y me explicó un poco sobre la burocracia del trámite, las trabas naturales que se presentan durante un proceso de este tipo y sobretodo me contó las razones que tenía para haber tomado una decisión así.
No las voy a comentar todas, pero sí una en particular que es la más importante:
“Quiero ir a Juegos Olímpicos”.
Suficiente, no se diga más. La verdad es que me hizo recordar los tiempos en los que yo tenía ese mismo sueño. A veces solía fantasear e imaginarme que si algún día me llamaban de, no sé, Guatemala para decirme que necesitaban a un heavy que los representara en la competencia de los aritos de colores, yo lo hubiera hecho sin dudar. Con el corazón partido, pero me hubiera ido de todas formas (Y ustedes también, nos se hagan).
La diferencia con Damián y mi loca fantasía guatemalteca es que a él no se lo ofrecieron, sino que tomó iniciativa propia para perseguir el sueño que todos, TODOS hemos tenido alguna vez. Eso es digno de admirarse, porque no deja a México por un negocio o una oferta, lo deja como parte de una estrategia en la que, por supuesto, debe de seguir activo, entrenando, compitiendo y sin garantía de absolutamente nada.
Poder ir a Juegos Olímpicos hoy en día con el ranking mundial es posible para atletas independientes que logren obtener los puntos necesarios, sin embargo aquí en México todavía se maneja el sistema y la filosofía del “equipo”, que no está nada mal, pero siento que cada vez este sistema va siendo más y más obsoleto con los cambios que ha habido dentro de los procesos del TKD mundial… Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Damián está en un momento muy importante de su carrera porque es un profesional del TKD en todos los aspectos y además es de los pocos que ejercen la profesión y siguen activos y obteniendo resultados.
Para mi Juan Escutia interior es una lástima que se vaya alguien que le ha dado tanto a México. Y olvídense de los campeonatos regionales o abiertos, sólo hay cuatro personas que en los últimos 30 años le han dado a este país multi-medallas mundiales:
Damián es el único hombre con su medalla de plata en Copenhague (’09) y bronce en Puebla (’13); María que ganó en Beijing (’07) y su bronce en Muju (’17); el cuadro lo comparten con Marlene Ramírez Monroy que ganó una medalla de bronce en Manila (’95) y otra medalla de bronce en Hong Kong (’97) (Saludos Mar… Or should I say hi?) (Es que ella también se fue a Estados Unidos, perra vida); la reina es Mónica del Real con tres bronces en Atenas, Manila y Hong Kong (’93, ’95 y ’97 respectivamente) (Si algún día los ven, pídanles su autógrafo).
Por ahí leí que en una entrevista le preguntaron si le dolía irse de México (O algo así), pregunta cuya respuesta se puede deducir sin siquiera leer la respuesta en sí (O sea Damián trae un águila mexicana tatuada en la espalda). Si a mí me dolió dejar la Ciudad de México después de siete años… No, la neta no, yo jamás volvería, pero extraño por ejemplo mi escuela, a mis amigos, las tardes en el comité, la vida de atleta. Imagino que no debe ser fácil tomar una decisión así, aunque también entiendo perfectamente por qué lo decidió de esa forma.
Pero ya dejando a un lado al Juan Escutia y a título personal sólo me queda desearte lo mejor, bro. Sé que el camino no va ser fácil, pero también sé de lo que estás hecho y que no te vas a rendir tan fácilmente. Échale ganas y ojalá te vea en Tokyo, te lo digo de todo corazón.
(Y ojalá no te toque contra México porque voy a implosionar, todavía no supero a Jackie)
Si alguno de los alumnos de Damián está leyendo esto, aprendan. No sólo tienen un profesor que sabe patear, aprendan a no rendirse, igual que él.
EN EL CAMINO
Carlos Navarro está redimido con su reciente resultado en el Grand Prix (No es pregunta).
Vi a unos mexicanos ganándole a Alemania en un mundial de fútbol y lloré. Felicidades.
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