(Para los que ya no están, los que jamás se podrán olvidar)
Un extraño correo recibió el fauno,
El remitente sólo decía "Claudio".
Al abrirlo, se sintió un ambiente extraño,
Pero más extraño era lo que venía ahí plasmado.
Con letras rojas y fondo negro,
Con Arial 11, un texto en griego:
"Querido fauno, nos vemos pronto,
No te resistas, ya no seas tonto.
Recibirás hoy una visita,
Una señora, muy, muy flaquita.
No te preocupes, no duele nada,
Conmigo vino esta mañana.
Será rápido y sin dolor,
De esta no te salvará el Taekwondo.
Relájate y mira bien el calendario.
Ah, y no te preocupes,
Pues ya mañana no habrá semanario."
De repente se fue la luz,
Fauno asustado corrió a buscar una cruz.
A lo lejos se oyó caer un rayo,
Y el fauno, bien joto, dijo: "Ay, me desmayo".
Junto a él sintió un aroma denso,
Una figura vestida de negro,
Con una guadaña y en pleno martes.
Se dijo a sí mismo: "Ya valió madres".
-No me lleves, por favor,
Acuérdate, flaca, que sé Taekwondo.
-Pues aunque lo sepas, a mí no me ganas.
Te voy a llevar aunque tires patadas.
Con tu arte marcial, y aunque me tires de piedras,
Acuérdate, menso, que a mí me la pelas.
-Ay, dame chance, no hay que ser ojetes.
Tú a mi ni me quieres, pues nunca me lees.
-Maldito fauno, que necio eres,
Con razón, bien, te apellidas Pérez.
Vine a por ti y salí victoriosa,
Y debo admitir que no fue la gran cosa.
Deja de quejarte y déjate llevar,
Vamos a pasear por toda la eternidad.
El fauno ahora no escribe más,
De repente un día dejó de tuitear.
Ya no patea y ya no canta,
Ahora vive hecho una calaca.
Antes de irse, la muerte le contó su plan:
"No te preocupes, no la pasarás mal,
Con Claudio muy pronto te vas a encontrar.
Me gustan los taekwondoínes porque son los mejores,
Y que se cuiden todos, pues los siguientes serán tus lectores..."
[Feliz día de muertos]
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